Hay por lo menos “dos Boric” que gobiernan. El “Primer Boric” que obtuvo 1,8 millones de votos en la primera vuelta, y el “Segundo Boric” que sumó 2,8 millones de votos para ganar en ballotage contra José Antonio Kast. Sobre el total de votos que obtuvo para ganar el ballotage (4,6 millones) el “primer Boric” representa el 40% y el “segundo Boric” el 60%.
El primer grupo representa su voto más fiel e ideológico y el segundo, lo moderado, abierto a la negociación y a posiciones menos extremas. Es decir que por cada “voto rígido” hubo 2,5 “votos moderados” que llevaron a esta coalición a gobernar.
Además, no hay que olvidarse que una parte significativa de las personas que se ausentaron en la primera vuelta presidencial 2021 votaron por Boric en la segunda vuelta. Estas personas por lo general se mantienen ajenas a las disputas partidarias, pero eso no implica que no tengan opinión sobre los asuntos públicos. Y en muchos casos haber elegido a Boric, tuvo que ver con un voto rechazo a Kast. Es un voto de confianza, ni de izquierda ni de derecha, que espera resultados, de lo contrario la confianza se disuelve. Por ejemplo, a un mes de las elecciones de Consejeros, hay un 30% que no tiene decidido su voto.
El dilema para la coalición oficialista es cuánto debe pesar “cada Boric” en la agenda de gobierno. Hoy la agenda pública está concentrada en la inseguridad y el aumento de la violencia en hechos delictivos. No es un tema menor para la ciudadanía, hace tiempo que es la principal demanda que registramos en nuestras encuestas.
Pero luego vendrán otros asuntos, también importantes, como la reforma constitucional, cambios en el sistema de pensiones y en el sistema tributario. Hoy parecen secundarios por la gravedad de los hechos delictivos en el último tiempo, pero también son parte de la agenda de la opinión pública.
Surge de nuestros estudios en la Región Metropolitana que la opinión pública está dividida prácticamente en tercios, aunque esto puede cambiar según el contexto que envuelve el estudio de campo. Un 32% se considera “partidario” del gobierno, un 37% se considera “opositor”, y el 31% responde que no es “ni partidario, ni opositor”.
Este último grupo es el que tiene la última palabra porque no se define por lo que el gobierno o la oposición dicen representar, sino por lo que hacen (facta non verba). Una de cada tres personas está afuera de la polarización y esperan resultados de la clase dirigente como conjunto.
Boric está contra las cuerdas por la creciente inseguridad y por los asesinatos de tres Carabineros en muy poco tiempo. Aun así tiene margen de maniobra porque sus votantes le piden mayor severidad para detener la delincuencia, no es solo un reclamo de opositores.
Sin buscarlo, se viene el “Boric III” mucho más corrido a la derecha de lo que nunca hubiera imaginado.