A un año de las PASO el clima político-electoral de alcance nacional se puede dividir en tres sentimientos: la bronca, la fe y la duda.
La Bronca la encabeza Javier Milei, el conductor del hartazgo social generado por el declive económico que condujo a las derrotas electorales del kirchnerismo en 2015 y de Cambiemos en 2019. Su intención de voto ronda el 20%. La Fe vive en ambos lados de la grieta, Juntos por el Cambio tiene un aceptación social en torno al 35% y la fe en el Frente de Todos resiste en el 30% del electorado. La Duda está entre los independientes, o entre los indecisos, que rondan el 15% dependiendo el momento y el lugar donde se mida. Esperan la mejor oferta hasta último momento, no compran impulsivamente porque antes que nada sienten desconfianza.
Este escenario no es el mismo que hace tres meses. Hasta la llegada de la dupla Massa-Rubinstein al “quinto piso”, no estaba nada claro que Alberto Fernández terminaría su mandato. Hoy esa duda no está arriba de la mesa porque se supone que el nuevo enfoque económico viene a enfriar la economía todo lo que sea posible para contener la inflación, que es la principal demanda de la opinión pública.
Aun así tampoco es posible afirmar que este escenario será el mismo dentro de tres o cuatros meses cuando se cumplan seis meses de la gestión de Massa en la economía. Puede aumentar la bronca porque la recesión inducida no es agradable, pero también puede aumentar la fe en el Frente de Todos si logra contener, un poco, la inflación.
De una encuesta reciente que terminamos en el conurbano bonaerense se desprende que la inflación, el trabajo y la inseguridad van a ser determinantes en la elección del próximo presidente. Pero no todo es tan racional, también pesan y mucho, las emociones.

Además del clima pre-electoral, conviene ir pensando qué posibilidades de éxito tiene el próximo presidente si gobierna bajo el dominio de alguno estos tres sentimientos. ¿Hasta dónde la bronca, la fe y la duda son suficientes para bajar la inflación, generar inversiones o reducir la pobreza?
Estamos viendo que en Chile, y en Brasil próximamente, lo que se impone es la negociación entre los diferentes bloques en sus respectivos Congresos. Lo que se preveía como una estatización de los fondos de pensión con el gobierno de Boric, ahora es un duro debate en el congreso para implementar un sistema Mixto con participación estatal. En Brasil, Lula ya decidió que el Banco Central seguirá la línea “bolsonarista” con Roberto Campos Nieto como presidente del banco.
Hubo extrema tensión en las campañas de Chile y Brasil, pero ahora hay una extrema prudencia para gobernar. Prevalece el pragmatismo antes que la fe y la bronca.