Kempes, Maradona, Messi (y Pelé)

Lo que le falta a este equipo de figuritas es conducción estratégica para ganar el mundial, no un “Gran DT”, o un genio total y carismático. La versión, “te bonificamos la cuota social” vía subsidios no funcionó, destruyó la macro y aumentó la pobreza. En verdad nadie pidió el beneficio de ser subsidiado y ahora volver atrás es un gran problema. La versión del endeudamiento tampoco anduvo bien. En el fútbol se ataca por derecha o por izquierda con “los winnes”, pero los goles se hacen casi siempre por el centro.

A esta altura del 2022 hay cuatro jugadores disputando ser “el 9 que define”: Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa, Javier Milei y Facundo Manes. El primero porque puede jugar de visitante en la cancha del Frente de Todos, no lo silban todos los hinchas peronistas. El segundo, porque entiende cómo moverse en el área chica de la economía capitalista, y también sabe jugar para la popular. Milei porque puede captar la bronca con la clase dirigente de los dos gobiernos anteriores. Y Facundo Manes ya demostró nivel competitivo en la interna de Juntos por el Cambio.

No estamos haciendo acá un pronóstico electoral, porque todavía falta. Pero si conviene estudiar los alcances políticos de cada uno de estos “9 de área” al margen de la cuestión electoral. Los cuatro vienen de partidos distintos y eso es una demostración de la desconfianza que hay en la clase dirigente como conjunto. Los obliga a pensar en ideas, más allá de slogans, porque la efervescencia de las campañas y las elecciones luego se convierte en impaciencia a la hora de gobernar y mostrar resultados. Se vota el domingo, pero desde el lunes se empiezan a pedir resultados.

A pesar de la polarizacion que eligen los partidos políticos para pararse en la cancha, la moderación se impone en el minuto ´90. Las ambiciones de la izquierda chilena sufrieron un porrazo contundente, pero no de la derecha, sino de la sociedad que no cree en los extremos ideológicos para solucionar problemas o atender demandas sociales complejas. La opinión pública decidió que los partidos deben negociar en el Congreso, el estadio diseñando para ese tipo de partidos.

En Brasil, habrá posiblemente un presidente de centroizquierda, pero también un Congreso dominado por la centroderecha. No habrá hegemonía, sino negociación. Habrá tanto progresismo como tradición liberal sea necesario, porque bajar la inflación implica control fiscal pero también incentivar nuevas inversiones que generen trabajo y nuevos salarios. Hay poco margen para las aventuras hegemónicas y para las expresiones fragmentadas o sectarias porque el “centro”, o el voto independiente, es el que tuerce la balanza.