La credibilidad, la confianza y capacidad de gobernar en Europa, atraviesa una situación crítica. Cuando parece que termina una tormenta (pandemia) viene otra (la guerra), y después otra (la inflación). Los gobiernos no tienen tiempo para reparar lo que rompió la tormenta anterior que ya tienen que corregir el rumbo del barco otra vez, y con destino incierto. Los tiempos políticos son cada vez más cortos porque ya no se puede ocultar nada ante la opinión pública hiperconectada.
Hay dos datos a tener en cuenta que marcan lo que está pasando en la agenda global. La caída en la confianza del consumidor, publicado por la OCDE, y el aviso estatal en Alemania de que hay que prepararse para el invierno, literalmente. Desde las oficinas del departamento de economía y energía avisan a los ciudadanos alemanes que hay que racionar la energía. Es una economía “en guerra”.
Índice de Confianza del Consumidor – OCDE

Con el argumento de que Alemania transita un camino hacia un sistema energético más limpio, el Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima promueve el uso racional de la energía. En otras palabras, se avecina un ahorro forzoso. Incluso en la provincia de Sajonia ya se publican los horarios para el uso de agua caliente. La consecuencia de estas decisiones es que el mal humor social va a aumentar en forma sostenida.
Una oportunidad para Sudamérica
Los cambios de signo político en Chile, Ecuador, y posiblemente en Brasil (2022) y Argentina (2023) tienen un aliado en común: las exportaciones de estos paises tienen alta demanda, y buenos precios, aunque no sepamos por cuánto tiempo. La región se caracteriza por sus exportaciones de alimentos y tiene amplios márgenes para mejorar su oferta relacionada a la energía. Hasta la pandemia, los diferentes gobiernos un sudamerica se alternaron en populismos de izquierda o de derecha, aunque si grandes modificaciones en los niveles de vida de sus habitantes o crecimiento sostenido de su macroeconomía. Sin embargo, con estos cambios globales aparecen en el horizonte nuevas oportunidades comerciales para los nuevos gobiernos sudamericanos. Su aprovechamiento dependerá, en buena medida, de la estabilidad política que cada uno pueda garantizar.