La esperanza y la desilusión nos motivan, explican en gran parte si vamos es una dirección o en otra. Luego vienen las razones o los argumentos que encontramos para justificar hacia dónde queremos ir, como personas individuales y también como sociedad. Como dice una canción popular argentina “el corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá”.
A lo largo de nuestra historia encontramos muchos procesos políticos y económicos que generaron esperanza en algunos y desilusión en otros. Pero también encontramos que los ilusionados se convierten en desencantados, mucho más ahora en este mundo líquido, inmediato y exigente.
Nuestro Índice de Esperanza y Desilusión registra el grado de aprobación del gobierno nacional en función de estas dos categorías. En qué medida la opinión pública siente que se cumplen sus deseos y expectativas y las razones por las cuales se defiende cada posición.
A marzo de 2021, en el Gran Buenos Aires, el 35% siente esperanza y el 62% siente desilusión en relación a la gestión del gobierno nacional. La esperanza se sostiene en dos factores principalmente, uno relacionado con el carácter popular del gobierno, es decir que está atento a cuidar principalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad (“Incluye a toda la sociedad. No es para unos pocos con poder adquisitivo muy alto”). Y otro factor relacionado a una posición más voluntarista (“tiene buenas propuestas pero lo interrumpió la pandemia”).
La desilusión tiene varios fundamentos, el primero es la corrupción y el segundo la crisis económica. También hay un tercer factor, que hace hincapié en la distancia que hay entre los políticos y “la gente” (“tienen un interés personal en salvarse ellos y su entorno”)
Entre votantes del Frente de Todos, el 28% siente desilusión. Núcleo duro, no me abandones.
El gobierno está cerca de perder casi un tercio de su electorado, pero no por las acusaciones de corrupción, sino por la crisis económica y por no cumplir sus promesas (“Lo vote, me defraudó. Hoy sufro más lo económico, no me alcanza…y al paso que vamos, va a ser peor”).
¿Hay plan macroeconómico? ¿Quién lo tiene?
Es evidente que la falta de un plan macroeconómico con sostenibilidad política sólo puede reproducir la desilusión entre los votantes propios y ajenos. Mauricio Macri y Alberto Fernández ganaron con “votos prestados”, hubo gente que sembró esperanza y cosechó desilusión un tiempo después. Hoy estamos en la misma situación, pero agravada por las consecuencias multidimensionales de la pandemia.
¿Quiénes y cómo van a atraer a los desilusionados con Alberto? ¿Hay en la oposición un proyecto económico creíble?
Partidos en burbujas
Hasta ahora lo que podemos ver en la oposición son proyectos en burbujas. En Juntos por el Cambio, más allá de los nombres, hay tres burbujas conceptuales: sumar a liberales, sumar a peronistas o no sumar a nadie. No se ve un liderazgo nítido. Un día puede ser Patricia, otro día Macri y de a ratos Horacio. Pero no es una cuestión de quién es más opositor, sino de quién conduce, con qué ideas y con qué proyecto. ¿Se unen las burbujas en un proyecto común?
Razones de esperanza en gobierno nacional
54% MAYO 2020
35% MARZO 2021
Razones de desilusión en gobierno nacional
36% MAYO 2020
62% MARZO 2021