El rechazo a la Nueva Constitución fue contundente (62%) y simboliza un freno a la ambición de la izquierda latinoamericana de impulsar cambios políticos y económicos en la región. Sin embargo hay que analizar esta votación como un capítulo más de lo que viene ocurriendo en Chile desde 2019.
Hace dos años, en octubre de 2020, el 79% de los chilenos votaron a favor de una reforma constitucional y en 2021 Boric resultó electo presidente (56%) para llevar adelante ese mandato. La gestión de Boric está atada a impulsar los cambios que fueron parte de su campaña electoral, por eso no puede abandonarlos en medio del río. Su propuesta de seguir la discusión en el Congreso es una señal de moderación política y es un reconocimiento implícito de que la polarización ideológica no le dio resultado. Ahora la negociación es la que manda.
El contexto económico y la evaluación de su gestión juegan en contra de Boric. De acuerdo a nuestros estudios de opinión el 59% siente “desilusión” con su gobierno y hay una creciente preocupación por la inseguridad. Además tiene que resolver una crisis política interna generada por el conflicto con la comunidad mapuche. Las promesas de cambio chocan contra la realidad.
Este resultado enciende las alertas para la centro izquierda latinoamericana que venía mostrando buenos resultados electorales (Castillo en Perú, Petro en Colombia) y para la campaña de Lula en Brasil. La vaca no está atada, ni para la izquierda ni para la derecha, que tarde o temprano giran hacia el centro en busca del voto independiente y desideologizado.
Comparación de resultados del Plebiscito Constitucional (4 de septiembre) y los estudios de Fuente Primaria (16 y 17 de agosto)
